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CUNIECO, una apuesta pionera en España en conejo ecológico

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La ganadería ecológica en España como negocio no es fácil. Hay multitud de requisitos que cumplir, trámites burocráticos, falta de información, y pocos canales para llevarla a cabo. Sin embargo, en los últimos años hemos asistido a un boom de este tipo de proyectos, que han venido a rellenar un hueco en el mercado y a satisfacer una demanda que los consumidores han expresado repetidamente en encuestas y estudios...

CUNIECO, una apuesta pionera en España en conejo ecológico

Marisa Montes

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La ganadería ecológica en España como negocio no es fácil. Hay multitud de requisitos que cumplir, trámites burocráticos, falta de información, y pocos canales para llevarla a cabo. Sin embargo, en los últimos años hemos asistido a un boom de este tipo de proyectos, que han venido a rellenar un hueco en el mercado y a satisfacer una demanda que los consumidores han expresado repetidamente en encuestas y estudios. En esta tendencia, la producción de carne de conejo se estaba quedando al margen, puesto que hasta la fecha muy pocas personas se han decidido a aventurarse en estos caminos desconocidos, y los que lo han hecho en muchos casos no han tenido buena suerte1. Pero las posibilidades están ahí; el mercado pide que una parte de la producción sea diferenciada, con parámetros diferentes a los de la industrial, y sólo queda que los poderes públicos acaben por facilitar el camino para que este tipo de producción pase de ser una opción prometedora a un éxito comercial consolidado.

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Aniceto Gratacós, junto con su esposa Marina Antonell, ha sido el último en intentarlo. Lleva años trabajando en este proyecto, que acaba de iniciar en su explotación entre Gelida y Sant Llorenç d’Hortons, en la provincia de Barcelona, no sin pocos problemas y esfuerzos.

Bajo el nombre de CUNIECO, este matrimonio pretende comercializar una canal de conejo diferente, de mayor peso y con un sabor diferente gracias al tipo de alimentación.

Las instalaciones y el entorno

A la granja se accede por una pista de tierra que atraviesa campos de viñas, un paisaje suave en la comarca del Alt Penedès salpicado también de pinos y cultivos de secano como el olivo. Allí, en medio de esta tierra de vinos y cava, Aniceto aprendió el oficio de la cunicultura, que a su vez le transmitió su padre. Durante años se dedicó a la cría de conejos de forma intensiva, pero ahora, que tendría que renovar la granja por haberse quedado obsoleta, ha decidido que le sale más a cuenta apostar por un nuevo proyecto. De esta forma, ha aprovechado las antiguas naves, que eran de tipo abiertas, y ha confeccionado él mismo las jaulas adaptando los materiales que tenía. “Me funcionaban bastante bien”, recuerda. Como no hay jaulas específicas para el conejo ecológico, Aniceto ha optado por coger estas mismas, desmontarlas y utilizar la base de ellas para confeccionar las paredes de las jaulas del engorde, un sistema que quiere patentar. Todo muy casero, pero por ahora le funciona, así que hasta los fabricantes de jaulas y de pienso se han interesado por el resultado, por si la demanda de este tipo de productos crece.

Todavía no tiene todo su equipo al completo, porque su objetivo es disponer de “una jaula de engorde por cada jaula de reproductora que haya, y estas todavía las tengo que acabar”. Las jaulas miden 2 metros cuadrados -en el argot del sector ecológico ahora tendríamos que hablar de “parques”-, y en donde antes criaba cinco conejas o cinco machos y máximo diez conejos, ahora tiene a cada reproductora con su camada, donde los pequeños permanecen hasta el destete, a los 35-40 días de vida. Después los gazapos pasan al engorde, donde están hasta los 90 días, de ahí su mayor peso. En total, la granja posee 4 naves y 120 reproductoras. El suelo de las jaulas es de cemento, porque si no los conejos se escaparían, y la ley tampoco permite poner malla.

Aquí no existen las instalaciones características de las naves de producción industrial, de hecho ya sólo conserva una quinta parte del material cunícola con el que contaba: el reparto del pienso se hace de manera manual y se ha prescindido del sistema de nebulización. Ahora no le hace falta bajar la temperatura 3-4ºC, con la poca densidad que hay en las jaulas tiene suficiente. En esta zona la climatología es favorable para la cunicultura, sólo hay que tener en cuenta que en invierno puede helar y los conejos, al principio del día, no pueden beber, pero luego se va normalizando. También hay que tener cuidado cuando los gazapos están en su primera semana de vida, que aún no tienen piel y son muy vulnerables al frío si no beben la leche suficiente. Pero “nunca me ha hecho falta poner calefacción”, explica. Una cosa que sí ha conservado es el aislamiento del techo de sus naves, aunque insiste en que ya “no haría falta”.

Los parques en los que viven los conejos están colocados en pendiente, de manera que la suciedad se quede acumulada en un extremo y sea más fácil de extraer. Los animales están en contacto con la tierra, pero a pesar de eso Aniceto asegura que no tiene problemas ni de tiña ni de sarna. “La humedad es peor y puede favorecer enfermedades”, indica, y agrega un detalle que llama la atención: la mitad de la jaula debe estar a la sombra, y la otra, al sol. Así lo establece la ley, para que los conejos puedan refugiarse bajo la lona en los días calurosos y “tomar el sol” cuando ellos quieran.

El manejo

Una parte importante en todo manejo es la alimentación, que en la cunicultura ecológica tampoco es fácil de conseguir. En CUNIECO han optado por la alfalfa ecológica que procede de los campos de la finca, complementada con pienso ecológico que le suministra una empresa de Manresa. Este último es imprescindible que venga presentado en gránulos y no se deshaga y se haga polvo, puesto que si no al conejo le pasará desapercibido entre la tierra de la jaula y no se alimentará bien. En este sentido, Aniceto tiene muy claro los componentes que debe llevar el pienso para que los animales le funcionen. Como empezó teniendo problemas de diarreas –según él por estar mal equilibrado el pienso- se cambió la fórmula con el contenido de fibra y proteína y ahora los animales han mejorado notablemente. El pienso contiene, además, una melaza ecológica que hace que el gránulo no se rompa. La fórmula, a grosso modo, contiene un 15% de proteína, un 35% de alfalfa y un 19% de fibra.

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En la finca –de 1,7 hectáreas-, él mismo se encarga de segar la alfalfa con una máquina, y al día siguiente ya se la pone a los animales, porque “no pueden comer sólo pienso”. En cuanto a la parte final de la crianza, la idea es sacrificar cada tres semanas y llegar a alcanzar las 300 conejas de producción.

Como todo debe ser ecológico, no sólo lo es la finca, la alimentación –manual- o los procesos como el sacrificio, sino que la inseminación también: los machos se llevan a las jaulas de las hembras para que hagan la monta natural, y el momento de hacerlo está totalmente regulado: los gazapos deben tener al menos 30 días de vida. Esto implica que todo es muy lento y la producción debe ser más baja. Sus conejas, al cabo del año, habrán parido seis veces, que es el número de partos que puede hacer la jaula. Como la coneja puede fallar, también dispone de reposición, como en la cunicultura industrial.

Antes, en su granja intensiva, él mismo se encargaba de la inseminación, que le proporcionaban Cunicarn y Palau i Fills, pudiendo él gestionar una banda entera -200 conejas-. Ahora se lo tiene que tomar con calma: mirar si la coneja quiere que el macho la monte, esperar… y si no, “volver a intentarlo mañana”. Pero lo cierto es que sus resultados en fecundidad son muy buenos: un 85-90% de palpaciones positivas. “Eso es gracias a la monta natural, ya que la reproductora no se ve forzada”.

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El propio cunicultor ha adaptado las jaulas para que cumplan los requisitos de la cunicultura ecológica. En la imagen, detalle del tubo para el suministro del agua.

El tema sanitario es uno de los mayores problemas a los que se tiene que enfrentar un cunicultor ecológico. No es posible suministrar ningún tipo de antibiótico, como tampoco hormonas, así que antes de echar a andar un proyecto de este tipo, hay que realizar una serie de pruebas para comprobar que los animales responden. En el caso de Aniceto, las pruebas se han prolongado durante más de dos años. “En el conejo criado de forma intensiva se pueden probar muchas cosas gracias a los antibióticos, pero en este no hay muchas opciones”, recuerda Aniceto, que no obstante está orgulloso de haber retomado el sistema de cría de conejo “como se había hecho toda la vida. Esta es la manera natural de vivir del conejo, en contacto con el suelo”, sentencia, y sin medicamentos, que lo que hacen es “bajarles las defensas”. Sin embargo, sí que puede vacunar, y lo hace cada año de mixomatosis y enfermedad vírica hemorrágica. A la hora de detectar las enfermedades, asegura que cuando no ve conejos silvestres pululando por la zona “me comienzo a preocupar”.

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Él mismo se encarga de las labores en la finca de 1,7 hectáreas.

A la hora de limpiar, también lo ha resuelto de una manera casera y sencilla: con aspirador, “otro invento mío”, bromea. Como no se puede utilizar en este caso la cinta automática, la opción que queda es sacar el estiércol con pala, con los consecuentes dolores de espalda, así que ha apostado por meterse dentro de la jaula con un aspirador especial y luego toda la suciedad vaciarla en una carretilla. En este sentido, también debe cumplir con otro requisito de la cunicultura ecológica: vender el estiércol a un productor ecológico. En su caso, un agricultor que cultiva verduras ecológicas en el Delta del Llobregat. De todas formas, no se vende todo el estiércol, sino que buena parte se aprovecha en misma granja para abonar los campos de alfalfa.

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Los resultados de fecundidad, gracias a la monta natural, son muy buenos: 85-90% de palpaciones positivas

En la explotación también se realiza vacío sanitario, y en cuanto marchan los conejos limpia todas las instalaciones con soplete. En cunicultura ecológica también se encuentra muy limitado por lo que respecta a los desinfectantes –no puede usar ningún producto que no sea ecológico-, así que la clave está en mantenerlo todo lo más limpio posible.

En cuanto al agua de bebida, que en esta comarca no es muy abundante porque la tierra es de arcilla y por tanto impermeable, procede de pozo, y tiene buena calidad. Aniceto la ha hecho analizar y ha quedado muy satisfecho del resultado, ya que es perfectamente potable.

Un inicio complicado

Llegar a este experimento no ha sido fácil. La normativa en materia de ganadería ecológica debía actualizarse, y Aniceto ha tenido que esperar nada menos que dos años a que se publique la nueva norma, siendo el último escollo a superar un detalle relacionado con el estiércol. Por fin, el Departament d’Agricultura le ha dado luz verde y ya puede comercializar los conejos, que comenzó a matar la tercera semana de septiembre.

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A la izquierda, vista de dos de las naves de la finca, donde se pueden ver las jaulas, que deben sobresalir de la nave para posibilitar que el conejo tome el sol a su antojo.

Él viene y va a la granja desde Barcelona, donde reside, y reconoce que el nuevo negocio le da “mucho más trabajo”, por lo que no se pueden tener tantos conejos como antes. Si antes tenía 600 reproductoras, ahora sabe que ellos solos no podrían gestionar ni la mitad.

También han tenido que vencer el problema de la desinformación. Como nadie hacía conejo ecológico, no hay apenas sesiones formativas ni mucha documentación que les ayude. Los profesionales de la cunicultura, por su parte, tampoco han estado en contacto con este tipo de producción, con lo que poca experiencia hay. En cuanto a los fabricantes de pienso y de jaulas, como no tenían demanda, no suelen ofrecer unos productos específicos. “Está todo por hacer”, reconoce Aniceto. Pero a pesar de todos los escollos –que en algún momento les hicieron pensar en tirar la toalla- estos emprendedores afirman estar muy ilusionados.

No en vano la suya es una familia de gran tradición en la cunicultura. Aniceto comenzó a formarse con los cursos por correspondencia de la Escuela de Avicultura, y luego ha atesorado una valiosa experiencia durante casi 30 años. Conoce el oficio de sobra.

Al fin, la comercialización

Aniceto y Marina están decididos a mantener este proyecto cueste lo que cueste, aunque aún tienen algunos interrogantes en el aire. Por ejemplo, no saben a ciencia cierta, de las 120 conejas que tienen, cuántas podrán vender ni a qué precio. Con los primeros sacrificios sacarán cuentas de los índices de conversión. Por lo pronto, tiene pensado vender a agrupaciones de consumidores y cooperativas de Barcelona y alrededores, así como hará algunos envíos puntuales al resto de España, porque ya han contactado con él posibles clientes de Zaragoza, Madrid, Zamora, etc.

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Sus conejas, al cabo del año, habrán parido seis veces, que es el número de partos estipulados por jaula.

CUNIECO lleva los conejos –certificados por el CCPAE catalán- a un matadero autorizado, tal y como exige la ley, que en este caso es de pollo ecológico y que se encuentra en Les Franqueses. Entre los productos que ofrecerá tiene pensado incluir bandejas de conejo troceado. Lo importante es que, tras visitar varias ferias ecológicas, ha constado que hay demanda, algo que le han corroborado los clientes, porque lo cierto es que “muchos restaurantes que necesitan conejo ecológico se encuentran con el problema de que no existe en el mercado”.

Para distribuir las canales ya disponen de un camión frigorífico con el que puede transportar 3 m3 en cada viaje, gracias también a un remolque de su propiedad. Para los pedidos fuera del área metropolitana, cuentan enviar el producto por mensajería. Sus canales serán más grandes que las convencionales, de 1,5 kilos, lo cual es un riesgo añadido, porque “si sobra me las pagarán peor, ya que el mercado tradicional no quiere canales tan grandes”.

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Jaula con el engorde de conejos, donde se puede apreciar la escasa densidad.

La raza también diferenciará esta canal del resto: un conejo pardo, de ojos oscuros, que procede de la propia explotación. “No me interesa comprar la genética fuera”, asegura Aniceto, que ha visto nacer en su granja a las abuelas, algunas hace ya tres años.

El tiempo dirá hasta dónde se puede ampliar esta producción, aún incipiente, puesto que si las cosas funcionan, estos emprendedores –de momento llevan la granja ellos dos solos- no descartan contratar personal o ampliar la finca. Como en todo, es el mercado el que tiene la última palabra. •

1 Ver reportaje de la revista CUNICULTURA sobre la granja ecológica “El Teularet”, publicado en agosto de 2005. Actualmente en la granja no hay conejos y ya sólo se dedican al huevo ecológico.

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