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La granja de Manolo Sierra: invertir para rentabilizar la reproducción

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Manolo Sierra lleva nada menos que 21 años en esta granja. Su padre fue uno de los primeros cunicultores en poner jaulas en la localidad de Altura (Castellón). Con sólo ocho años, Manolo ya sabía lo que era cuidar conejos. La granja de este cunicultor es un ejemplo de cómo debe evolucionar una explotación cunícola para profesionalizarse. Tras pasar de 6 bandas semanales a una banda única de golpe, también ha conseguido la casi total desmedicalización en el pienso. Por otra parte, se ha apostado por los buenos resultados en fertilidad, incorporando al técnico Felipe Lavara como trabajador y responsable de la reproducción...

La granja de Manolo Sierra: invertir para rentabilizar la reproducción

Marisa Montes

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La granja de este cunicultor, ubicada en Altura (Castellón) es un ejemplo de cómo debe evolucionar una explotación cunícola para profesionalizarse. Tras pasar de 6 bandas semanales a una banda única de golpe, también ha conseguido la casi total desmedicalización en el pienso. Por otra parte, se ha apostado por los buenos resultados en fertilidad, incorporando al técnico Felipe Lavara como trabajador y responsable de la reproducción.

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La explotación consta de 12 naves tipo túnel, abiertas y realizadas en chapa con aislamiento de poliuretano.

Proponerse coger las riendas de nuestro negocio y modernizarlo es perfectamente viable y posible. Aunque nuestra granja sea vieja, no seamos cunicultores con una larga trayectoria familiar dedicándonos a la cunicultura o estemos habituados a un sistema de trabajo de toda la vida que ya haya quedado atrás. Ejemplos como el de la granja de Manolo Sierra Guillamón vienen a decirnos que más importante que todo eso es, por ejemplo, invertir las cosas que sabemos que no funcionan. En este caso, el primer hito hacia la profesionalización definitiva fue modificar el sistema de manejo. Poco importa que siempre hayamos hecho las cosas de una determinada manera, si ahora este método no sirve para conseguir los mejores resultados productivos.

La granja se ubica en la comarca del Alto Palancia, una zona cunícola por excelencia asaltada por buenos campos de olivos y almendros en flor, en la que hay más de una docena de granjas, la mayoría de las cuales comercializan sus conejos al matadero de Capilla, en la localidad de Gaibiel, que hasta no hace mucho era el tercer matadero más importante de la Comunidad Valenciana, con una relación muy estrecha con los cunicultores, ya que las dos partes, producción y comercialización, saben que se necesitan la una a la otra, así que coinciden en el interés común por continuar sus relaciones comerciales y en la defensa del conejo.

Origen y características de la granja

Manolo Sierra lleva nada menos que 21 años en esta granja. Su padre fue uno de los primeros cunicultores en poner jaulas en la localidad de Altura. Con sólo ocho años, Manolo ya sabía lo que era cuidar conejos, puesto que ayudaba a su padre con las 120 madres de las que constaba el pequeño negocio de la familia. A los catorce años pidió un préstamo para ampliar la granja “y además de las conejas llevaba el monte, la huerta y las cabras”, recuerda.

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Nave de madres, en la que se observan las fichas con los datos productivos de las hembras.

Con esta experiencia en 1994 decidió hacer la granja al aire libre realizada por la empresa GAUN.

La granja, en la que ahora gestionan 866 conejas más la reposición -280- y unos 50 machos, está confeccionada mediante chapa metálica de tipo túnel, aislada en su interior con poliuretano expandido a lo largo de todo el túnel, tanto en techo como en paredes. Las jaulas son el modelo Almería de GAUN. En cuanto a la alimentación, es semiautomática. Esto significa que el pienso se transporta desde el silo con un sinfín, pero luego se distribuye en la granja con un carro de reparto que se empuja manualmente.

En 1997 la UPV empezó en esta granja un estudio práctico sobre los diferentes cruces entre tres líneas genéticas, encaminado a determinar cómo se comportaban desde el punto de vista productivo

La granja data de 1994, aproximadamente, que fue cuando se hicieron los 12 túneles. En el año 2000 se construyó uno más: el de reposición, y en 2006 se volvió a acometer una nueva ampliación, sólo para la reposición, dejando la parte ampliada en el 2000 reservada para comodín (unas naves que hoy día ya no son comodín, sino el espacio reservado para partos).

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Felipe Lavara es el encargado de la reproducción: seleccionar a las hembras, eliminarlas, inseminar, partos y destete.

En verano, un sistema de nebulización rebaja la temperatura en el exterior de las granjas. En el interior también poseían el mismo sistema, aunque tuvieron problemas con la cal del agua y finalmente prescindieron de él. En invierno, el hecho de que las naves no estén cerradas no implica especiales problemas por el frío, aparte del hecho de que obviamente los conejos consumen más pienso. Al ser naves abiertas, la ventilación es totalmente natural y no disponen de ningún aparato de calefacción.

Utilizan pienso Vigorán, que también es el proveedor de los silos. Y administran tres tipos diferentes de pienso: para madres (desde cinco días antes del parto hasta el día 30 del gazapo), pienso de engorde con tiamulina y pienso de retirada con bacitracina. Para la reposición, se decantan por pienso de engorde con oxitetraciclina.

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El sistema de alimentación es semiautomático y el pienso es suministrado por Vigorán.

Unos cambios clave en el manejo

Manolo Sierra recuerda que cuando lo visitaron los técnicos de la Universidad Politécnica de Valencia, “abrí los ojos”. Le hicieron comprender que había que afinar las cosas, así que a partir de 1996 ya empezó a incorporar una dinámica más técnica en el manejo. Hasta entonces hacía monta natural, pero a partir de este año se pasa a la inseminación artificial, ya que “con los machos que había no había otra forma de hacerlo”.

En 1997, la UPV empezó en esta granja un estudio práctico sobre los diferentes cruces entre tres líneas genéticas (la verde, la amarilla y la hiperprolífica HH del Politécnico), que iba encaminado a determinar cómo se comportaban desde el punto de vista productivo todos estos cruces (nueve tipos distintos). Tras los resultados del estudio se empezó a trabajar con el cruce de las líneas verde y amarilla y, en el año 2000, el cunicultor ya estaba convencido de la importancia de una buena reproducción en la granja, así que decidió incorporar como trabajador autónomo al técnico Felipe Lavara, que a partir del año 2006 ya estaba dedicado prácticamente en exclusiva a mejorar los resultados productivos de la granja de Manolo Sierra.

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Manolo Sierra, propietario de la granja, lleva en contacto con la cunicultura desde los ocho años. Actualmente se encarga de las tareas propias del engorde y la gestión del negocio.

Su cometido es el control de la producción: la genética, las hembras que se dejan para ser abuelas, las hijas, las hembras que se preparan para inseminar, etc. Los trabajos se los reparten de la siguiente manera: Felipe se encarga de la reproducción, incluyendo los partos y tareas como igualar nidos. Su cometido finaliza en el destete. A partir de aquí, Manolo es el responsable de lo que ocurre en el engorde.

En el 2011 cambia de banda semanal a banda única. La banda única implica que hay días en los que las tareas son pocas, en los que aprovecha Manolo para atender el campo, mientras que en otras ocasiones dos personas se las ven y se las desean para abarcar todo el trabajo.

La vacunación se realizaba antes en distintas edades, pero actualmente se elige el momento más idóneo, que en este caso es la segunda semana de gestación, con idea de que las madres traspasen los anticuerpos a los gazapos. Vacunan de mixomatosis y de vírica normal, y dicen que no han tenido problemas con la nueva vírica.

En cuanto a la limpieza de las naves, se realiza con agua a presión. Gracias a la banda única, pueden hacer vacío sanitario: una vez desalojados todos los animales de los túneles, se limpia y posteriormente se desinfecta, proceso que suele durar un día por nave. El vacío sanitario también implica que en cada túnel el ciclo se repita cada 84 días. El matadero suele enviar el camión para llevarse a los conejos a los 63 días y a los 70, y suele ser los lunes. El vacío sanitario dura entre 10 y 14 días.

Los resultados de fertilidad antes de llegar Felipe Lavara eran normales, pero luego se consiguieron mejorar en 10 puntos. Se empezó a cuidar el tema de la eliminación de hembras, entre otras cosas

En cuanto al destete, en esta granja tienen establecido desmadrar a los 36 días. Entonces se cambian las madres de túnel, y aún permanecerán solas 5 ó 6 días antes de volver a parir.

Por lo que respecta al fotoperiodo, una semana antes de la inseminación se enciende la luz artificial durante 16 horas diarias, controladas mediante reloj y sonda. Esto significa que si hay luz natural, el sistema la detecta y no se enciende la artificial. En cualquier caso, una vez que concluye la inseminación la luz se apaga, y los animales quedarán solo a expensas de las horas de luz que provea el día.

Por último, en este apartado no puede dejarse de lado otra curiosidad de la granja: un sistema de recogida de estiércol mediante agua. Las fosas de las naves están un poco en pendiente, y cuando se pone en marcha el sistema, un chorro de agua arrastra todos los desechos hasta la parte trasera de las granjas, donde finalmente el agua se acaba separando del estiércol. Este último se guarda en un almacén y servirá para abonar los campos de la zona.

La reproducción como centro de la actividad productiva

Manolo relata la incorporación de Felipe Lavara como un paso natural “cuando empezamos a hacer las cosas bien”. Como él mismo explica, “podía buscar una persona sin cualificación o contar con un especialista, y pensé que necesitaba un técnico para llevar todo el tema reproductivo, porque un empleado para limpiar jaulas era más fácil de encontrar y lo podía hacer cualquiera, así que ahora lo hago yo”.

Evolución de la fertilidad en la granja

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Nacidos vivos/parto

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Los resultados de fertilidad antes de llegar Felipe eran normales, pero luego se consiguieron mejorar en 10 puntos. Se empezó a cuidar el tema de la eliminación de hembras, entre otras cosas.

Con unos resultados de palpación de alrededor del 90%, tienen ciertos conceptos muy claros: las primíparas, por ejemplo, no se inseminan (descansan un ciclo), y las nulíparas se pinchan con hormona.

El proceso de trabajo de inseminación lo realizan en dos días, inseminando 450 conejas el primero y 400 el segundo. Un detalle que ha cambiado desde que se modificó el sistema de manejo: al pasar de banda semanal a banda única, “ya no puedo inseminar sólo a las conejas que tengan vulva buena”, explica Felipe, “así que pinchamos a todas con PMSG, pero la selección la hacemos por resultado de negatividad”. No se tiene en cuenta si la coneja está receptiva o no, porque de todas formas estará seis semanas sin inseminar.

Cada año se cambia la línea de machos y las hembras se van escogiendo según sus cualidades reproductivas, de manera que las mejores pasan a abuelas

En cuanto a la eliminación de hembras, los criterios que siguen son, por ejemplo, que tengan problemas sanitarios como mamitis o mal de patas, y que su fertilidad no sea óptima: dos negativas seguidas o tres alternas, incluyendo las nulíparas.

Poniendo en prácticas estas técnicas, los resultados de fertilidad real, que en 1997 eran del 76,17%, en 2014 fueron del 85,37%. Los nacidos vivos por parto (reales), que en 1997 eran de 9,02 de media, en 2014 ya son 9,99.

Otra tarea que realiza Felipe Lavara es la selección de las hembras. Cada año cambia la línea de machos, y las hembras las va escogiendo según sus cualidades reproductivas, de manera que las mejores pasan a abuelas. En la ficha de las conejas queda registrado el tamaño de la camada, que no haya sido negativa, el destete, etc. Y cuando ya han tenido cinco partos, procede a comparar estos datos para determinar cuáles serán las elegidas.

Los nidos se confeccionan con restos de textil, algodón y lana (borra), que junto al pelo que se quitan las propias conejas forman la cama del nido. Se trata de un material que ofrece mucha calidez al gazapo.

En cuanto a las cuestiones de bienestar animal, ellos tienen especialmente en cuenta detalles como el reposa-patas en las jaulas y el hecho de que nunca haya más de entre nueve y diez gazapos por jaula.

El éxito de la desmedicalización

Otro de los éxitos de esta granja reside en el hecho de haber conseguido reducir sensiblemente la medicalización, hasta el punto de que sólo aplican un antibiótico en pienso, además de los tratamientos preventivos en agua. Manolo Sierra ha ideado un sistema de depósitos con el que se asegura un minucioso control de la medicación.

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Los nidos son de borra: restos de textil, algodón y lana –incluso puede haber piel de oveja-, que se mezcla con el pelo que se quitan las propias conejas.

A pesar de que los cunicultores hoy día son bastante reacios a reducir la medicación de sus piensos y ven como algo improbable el horizonte de 2017, fecha en la que posiblemente sólo será posible usar una premezcla medicamentosa en los piensos, esta granja es la prueba de que es posible, y sin grandes traumas. Un ejemplo de ello es cómo ha repercutido este cambio en la mortalidad, que ahora se sitúa en una media de un 6% en cebo. “Yo lo que pretendía era utilizar estrictamente el medicamento que fuera indispensable para los conejos”, explica el cunicultor, que admite que en esta profesión es fácil acomodarse y dejar que los animales ingieran más antibióticos de lo que necesitan. “Cuanto menos mediques, mejor crece el animal y mejor es el producto para el matadero”, asegura. También explica que en su caso no fue muy complicado reducir la medicación, y que incluso “mejoramos la mortalidad”. Así llevan ya cuatro años.

Manolo Sierra tiene ilusión por continuar mejorando su negocio día a día. Por eso, uno de sus proyectos es el de ampliar la granja, algo que lleva intentando siete u ocho años, aunque no consigue ayudas institucionales. Pero está convencido de que, más tarde o más temprano, conseguirá su objetivo. •

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La fuerza del agua empuja los residuos hasta la parte trasera de las naves (1), donde un cauce lleva el agua sucia hasta un estanque (2). En este lugar se separa el agua del estiércol, que sube de manera ya sólida por un sinfín hasta el almacén donde se guarda (3).

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