El confort térmico en la granja
Enrique Chinarro
Cuanto mejor aislemos el material de cerramiento (paredes) y cubierta (tejado), más efectividad tendrá el sistema de calefacción.
A ningún cunicultor se le escapa la importancia de que sus animales no pasen frío en invierno, así como tampoco calor en verano, pero… pocos tienen claro que la inversión que hay que realizar para ello y el gasto diario que supone merece la pena.
En primer lugar queremos avisaros de que a la hora de escribir este artículo nos hubiera encantado poder revisar trabajos económicos y de rentabilidad en granjas cunícolas con instalaciones de calefacción. Desgraciadamente de momento no disponemos de trabajos amplios y con conclusiones prácticas sobre esto, a diferencia de nuestros compañeros de avicultura, que diseñan ya naves y producciones “al grado”.
Lo que sí intentaremos haceros entender es la importancia del confort térmico dentro de la granja, entendiendo como tal el intervalo de temperaturas ideal que debemos conseguir para una óptima producción. Como consecuencia de nuestra participación en el diseño, construcción y dirección técnica de una explotación cunícola moderna con instalación de calefacción recientemente, trataremos de aportar algún dato real sobre gastos de energía y su repercusión sobre el kilo de conejo producido.
Quisiéramos empezar diciendo que una instalación de calefacción en la granja no está pensada para estar “en marcha” todo el día, ni todos los días del invierno. Básicamente se debe utilizar para preparar las salas de maternidad o cebo en los momentos de mayor diferencia de temperatura entre el exterior y el interior de las naves. Con esto ya debemos tener claro que el gasto energético va a ser intermitente en esta época. Importantísimo, por no decir imprescindible, es el tema del aislamiento de la nave: cuanto mejor aísle el material de cerramiento (paredes) y cubierta (tejado), más efectividad tendrá mi sistema de calefacción y refrigeración, y menos coste tendré para conseguir las temperaturas deseadas, así como su mantenimiento en el tiempo. Esto muchas veces pasa simplemente por un buen enlucido interior de las paredes cuando tenemos naves antiguas de obra, un cuidado especial en todas aquellas zonas que hacen “junta” pero que no terminan de estar cerradas del todo, un buen funcionamiento de las cumbreras (si tenemos) y sobre todo un aislamiento del techo suficientemente grueso. En las granjas de nueva construcción de panel sándwich, este tema está solventado con cerramientos de entre 3-4 cm de poliuretano entre chapas y con un poco más de grosor en la cubierta (en nuestra opinión).
Bien, una vez tenemos la nave lo mejor aislada posible tenemos que poner el sistema de calefacción que creamos conveniente. Lo más usado son los cañones de gas que se alimentan de propano (al igual que en avicultura). Actualmente se están desarrollando otras fuentes de calor como estufas de biomasa que poco a poco irán teniendo su lugar en el mercado, sobre todo por temas medioambientales.
¿Cuándo voy a necesitar utilizar mi sistema de calefacción?
Evidentemente en aquellos días de invierno en que ni siquiera el buen aislamiento de mi nave y los kilos de animal vivo -así como estiércol- existentes en el interior son capaces de mantener una temperatura óptima. He aquí la cuestión: la temperatura óptima. Sobre esto sí que hay algo escrito aunque nada “palabra de Dios”.
Si hablamos de que tenemos que preparar una sala de partos después de un vacío sanitario y sólo con las madres preparadas para parir, seguramente en los días más crudos del invierno (excepto en algunas zonas de España) hay que meter calor en la sala para conseguir que estas hembras paran entre 17-20 grados de temperatura. Esta temperatura va a necesitar de la calefacción seguramente las dos primeras semanas desde el parto. Posteriormente, con el aumento de kilos de animal vivo en la nave y de estiércol, la necesidad de calefacción se va reduciendo progresivamente. Siempre estamos hablando de que tenemos un aislamiento correcto. Por este aumento progresivo del calor que desprenden los animales, también es interesante contemplar la llamada “ventilación de invierno”, generalmente con entradas de aire a nivel de suelo para hacer de control en las últimas semanas de la maternidad en las que hay una cantidad de kilos de animal vivo y estiércol muy alta.
La razón por la que tengo que buscar el confort térmico en la maternidad con esos 17-20 grados es evidente. En primer lugar son los gazapos en el nidal los que más van a sufrir si no tienen la temperatura adecuada quedándose fríos en los intervalos entre mamadas y siendo desplazados a los extremos del nido por los más fuertes que se agrupan en la zona menos fría del nidal. Puede darse también que la propia hembra busque el nido como refugio en las primeras horas después de parir y aplaste los gazapos. La cuantificación de estas pérdidas casi que no está valorada hasta que no acontece en gran medida como en algún parto en el que la nave ha bajado mucho la temperatura y se ven un mayor número de muertos y abandonos de nidos.
En el caso de tener que preparar una sala de engorde porque realizo el destete de los gazapos en vez del desmadre de las hembras, el objetivo es el mismo. Vamos a llevar a los animales aún pequeños (aproximadamente 35 días) a una sala vacía y a unas jaulas donde van a estar más amplios y con menos protección de la madre. Habría que intentar que estos gazapos entraran ya con la nave a 18-22 grados mínimo. Durante la primera semana y media es muy importante hacer bien la curva de crecimiento y temperaturas para la nave ya que el consumo de pienso será mucho más homogéneo también en el resto del engorde. La principal ventaja de la calefacción en el cebo es esta. Si conseguimos arrancar el destete con una temperatura idónea, el consumo de pienso diario no se dispara y se hace muy homogéneo. Esto facilita que las camadas no se desigualen y que las últimas semanas de engorde nos den menos problemas digestivos. Todo esto redunda en un mantenimiento óptimo del índice de conversión al final de la engordada. Igualmente, a medida que aumentan los kilos de animal vivo más estiércol en la nave menos necesidad de calefacción voy teniendo para mantener la temperatura. Por tanto la calefacción nos puede ayudar en dos momentos críticos de nuestro ciclo cerrado: las dos primeras semanas de maternidad y las dos primeras semanas del cebo.
Lo más usado son los cañones de gas que se alimentan de propano.
¿Cuánto gano poniendo la calefacción?
Como decíamos al principio pocos datos económicos hemos encontrado sobre la repercusión de la calefacción en granjas de conejos pero sí os podemos dar algún dato recogido de nuestra experiencia.
Con el aumento de kilos de animal vivo en la nave y de estiércol, la necesidad de calefacción se va reduciendo progresivamente
En una granja de 5.200 madres en producción con 4 naves de maternidad de 54 por 13 y otras 4 naves de engorde con las mismas dimensiones. Con cerramientos de panel sándwich de 4 cm y en cubierta de 5 cm y situada geográficamente en una zona de España con un clima muy continental (mucho frío entre noviembre y febrero). Realizando vacíos sanitarios tanto en madres como en engordes (destetando gazapos y sacando también a las hembras para hacer el vacío sanitario antes del parto). Se utiliza la calefacción básicamente para preparar la nave de parto y mantener temperatura durante las primeras semanas al igual que en el cebo. El gasto anual energético (luz + propano) de esta explotación ha sido de 32.000 € y ha significado sobre el kilo de conejo producido 0,065 €. Aquí no hemos podido separar el gasto de luz para iluminación, máquinas limpieza, retirada estiércol, sinfines de comida, etc. del gasto de calefacción. Pero nos atreveríamos a decir que la calefacción no supone más que el 40% de esos 0,065 €. Otra forma de valorar el costo de luz+energía lo realizamos en esta explotación al mes y por coneja presente, resultando 0,538 €. Evidentemente cada explotación tiene su aislamiento diferente y su diseño también distinto. Por concluir, decir que con este costo energético por kilo de conejo producido esta explotación no pasa del 1,41 €/kg producido sin contar la partida de amortizaciones (0,36 €/kg).
Es realmente beneficioso la instalación de calefacción, pero siempre que tengamos una nave bien aislada. Lo mismo ocurre con la refrigeración. •