Pequeños pero no insignificantes
En el contexto de la Europa de los 27, en 2012 un 28% de los piensos fabricados fueron para vacuno, un 32% para porcino, un 34% para avicultura, y un 6% para “otras ganaderías”, entre estas tenemos al conejo. Con unos consumos que oscilan entre casi nada y 1 Kg y poco más, el sector cunícola es cada vez más pequeño y más concentrado. En la última edición de la mayor feria ganadera francesa pudimos constatar cómo las empresas propiamente cunícolas se podían contar con los dedos de las dos manos y nos sobran.
Somos pequeños, pero no insignificantes. Debemos aceptarlo. Somos difícilmente rentables para un fabricante de jaulas, una empresa de genética, de aditivos o un fabricante de pienso que se dedicase solo a los conejos. El porcentaje de sus ventas para cunicultura en cualquiera de los casos anteriores o los márgenes y volúmenes que puede conseguir desaniman a nuevos actores a entrar en el sector cunícola o a invertir o innovar en los ya presentes.
Pero, al cunicultor que cría, vende, cobra y vive de los conejos, ¿qué le importa esto? Si por muy minoritaria que sea esta ganadería le da para vivir… aunque sea justito, es su “modus vivendi”.
Viene a colación esta introducción porque, afortunadamente, solo en España, se realizan cada día 94 millones de comidas y cenas. Esto a lo largo del año son 34.310 millones de oportunidades para poder colocar nuestro conejo, y no hemos contado los 60 millones de extranjeros que cada año visitan, comen y cenan en España; es decir, tenemos un producto sano, que puede ser de km 0, ligado al territorio. ¿Que es minoritario? Sí, y con mucha honra.
Recalcamos esto, pues creemos que, en su justa escala, la cunicultura sigue teniendo grandes posibilidades. La palabra posibilidad deriva de “posee”, en latín “capacidad de realizar algo”. Crear es el antídoto contra la resignación. Cuando visitamos a suscriptores de CUNICULTURA que viven exclusivamente de los conejos o lo combinan con otras dedicaciones agrarias o ganaderas es posible constatar, tal como hemos comentado, que estamos en la cola del ratón de las producciones ganaderas en el mundo, pero si esa granja da para vivir a una familia, le proporciona un “modus vivendi” digno, sin depender de jefes ni temores de si hoy estoy en nómina y mañana mi empresa ha cerrado, pues bien, podemos tener la confianza de que si seguimos produciendo bien, aprendiendo y mejorando cada día, no haciendo de mi granja una “isla” sino informándome y coordinados con el sector, con un buen marketing conseguiremos mantener los consumos actuales de conejo e intentar subirlos, y si el precio no vuelve a bajar, es posible vivir dignamente criando conejos.
No hay que perder nunca esta dignidad en el trabajo -¿cuántos hace menos de una década decían que no era posible vivir de la cría de conejos y que una semana poniendo ladrillos o en una fábrica iba a ser infinitamente más rentable?-. Sin sueños de grandeza, conscientes de que somos pequeños, pero no insignificantes. Hay posibilidades en la cría de conejos. Aprovechémoslas.