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Hamburguesa sintética

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Que desde el neolítico la especie humana críe animales para su consumo no es excusa para justificar tradiciones ancestrales. Los tiempos cambian y las tecnologías se imponen. Hace unos años, cuando vimos a los astronautas comer preparados liofilizados, pensábamos que el futuro de nuestra alimentación tendería hacia estos manjares (sic)...

Hamburguesa sintética

Toni Roca

Conejólogo

Que desde el neolítico la especie humana críe animales para su consumo no es excusa para justificar tradiciones ancestrales. Los tiempos cambian y las tecnologías se imponen. Hace unos años, cuando vimos a los astronautas comer preparados liofilizados, pensábamos que el futuro de nuestra alimentación tendería hacia estos manjares (sic).

Ahora, verano de 2013, unos científicos holandeses presentan la primera hamburguesa sintética basada en células madre de vaca en un laboratorio y, dicen, que casi sabe a carne.

El avance científico es indiscutible como experimento y novedad. Una masa compacta de color blanco, seca y sin sabor que requiere un complejo proceso de laboratorio y que tiene un coste. Que necesita sustancias químicas que hay que saber de dónde se sintetizan y también a qué costo. Que necesita todo un proceso industrial con la incorporación de células de grasa para darle textura e ingredientes por el sabor. Tanto la grasa (¿de origen animal?), como el sabor (¿de origen químico?) se deberá saber de dónde salen y a qué coste. En definitiva, un montón de requerimientos que, aparte de su coste, necesitan industria con sus consecuencias ambientales y de salud.

Centrarnos en una alternativa sólo en la carne de vacuno es muy tendencioso. Hay otras carnes de origen animal que son menos agresivas al medio ambiente y que se podrían potenciar. Pienso, por ejemplo, en la carne de conejo que, aparte de ser carne blanca con poca grasa y bajo contenido en colesterol, no compite necesariamente con los alimentos que tomamos los humanos pues se puede lograr a base de productos vegetales que no consumimos las personas y con una sarta de subproductos y restos vegetales.

Decir que la hamburguesa sintética reduce un 90% la necesidad de tierra y agua es no decir la verdad. Un 90% de qué. Los porcentajes, por sí solos, no expresan realidades entendibles. Si yo tengo 1.000 y gasto 10, utilizo un 1%. Pero si tengo 100 y gasto los mismos 10, utilizo un 10%. Igual ocurre con la energía... ¿cómo se calcula esta reducción?

Si todo este revuelo está orientado para solucionar la escasez de carne en el futuro, más valdría orientar los recursos a encontrar alternativas de producción y de especies menos agresivas al medio y no tanto a buscar productos sintéticos obtenidos en el laboratorio y con química. Si se quiere garantizar proteína animal a una población creciente en la demanda, el futuro debe fundamentarse en una ganadería bien estructurada y ecológica.