La primera revista del sector cunícola en español

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Donde dije DIGO digo DIEGO

Ver PDF de la revista deJunio de2013
Aunque no te ocupes de la política, ella se ocupará de ti. Valga esta introducción para un tema del que nos gustaría escribir menos, pues no es ésta una revista de política, pero por desgracia debemos hablar, ya que las decisiones de la oligarquía reinante nos afectan muy directamente a todos...

Donde dije DIGO digo DIEGO

Aunque no te ocupes de la política, ella se ocupará de ti. Valga esta introducción para un tema del que nos gustaría escribir menos, pues no es ésta una revista de política, pero por desgracia debemos hablar, ya que las decisiones de la oligarquía reinante nos afectan muy directamente a todos.

Credibilidad. Un país necesita ser creíble, y eso se consigue cumpliendo lo prometido. En el pasado editorial hablábamos de un pequeño pero interesante ahorro que pueden tener las granjas de conejos implantando medidas que les lleven hacia la autosuficiencia energética. Pues bien, en el caso concreto de que un cunicultor utilice paneles solares o molinos eólicos para generar su propia electricidad deberá pagar un “peaje” de respaldo. Es decir, la parte fija del recibo de la luz, que hasta ahora era de un 20-30%, podrá ser superior al 50% o más. Una bonita manera, no ya de mejorar el medio ambiente, sino de poner una traba más a miles de pequeños ganaderos. Esto es lo que se desprende del borrador de Real Decreto presentado el pasado 20 de julio. Esta política desvirtúa el origen de los impuestos, que es redistribuir la riqueza gravando los posibles beneficios, pero cuando es puro afán recaudatorio destinado únicamente a subsanar déficits de las eléctricas y de los bancos es un atraco a mano armada. Eso sí, los 2.500 euros a fondo perdido por familia que hemos dado al Gobierno para que regale a los bancos, eso que no falte, 26.000 millones de euros reconocidos en una notita de prensa publicada con premeditación y alevosía en la tarde de verano del pasado 26 de julio.

Menos trabas burocráticas. El otro día nos comentaba un lector y potencial cunicultor ecológico -y decimos “potencial” pues lleva tres años con el papeleo de su innovadora explotación en Cataluña y todavía no le han dado una respuesta positiva o negativa a su emprendimiento rural-, que estaba a punto de tirar la toalla, que lo que más le dolía era la lentitud y trabas de la administración. En este caso, la catalana, pero que podemos extrapolar a la mayoría de CCAA. Este futuro cunicultor no pedía dinero ni subvenciones, sencillamente la licencia de actividad. Y suerte que era una administración “business friendly”…

Las subvenciones/ayudas han muerto, ¿qué podemos hacer? Como cunicultores, cunicultores-empresarios, no creerse nada de posibles ayudas económicas o exenciones. Las primas de ayudas a la producción de Kw de energía con instalaciones solares, por ejemplo,  estaban aprobadas en un Real Decreto y se han reducido a la mitad de porrazo, en una decisión que contraviene los convenios legales internacionales y de los países serios. Si aun así nos gustan las emociones fuertes y tenemos la paciencia de Job, solicitamos alguna ayuda y nos la dan. Pues bien, no preverla. Partir de la base que no la vamos a cobrar y, si la CCAA correspondiente tiene un día aciago y da lo que ha prometido, considerarlo como un ingreso extraordinario que ha llegado, pero con el que no contábamos. Esto por no hablar de las áreas de Defensa Sanitaria, asociaciones, cooperativas, jóvenes agricultores a los que se les ha reconocido y aprobado una ayuda pero meses o años después de que se les haya otorgado no han visto ni un euro. Montar una asociación o una granja o diseñar un plan de negocio que dependa de hipotéticas ayudas es un acto de irresponsabilidad. Aceptémoslo, seamos realistas y viviremos mejor.