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La granja cunícola sostenible

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Iniciaremos este artículo definiendo la sostenibilidad como la capacidad de permanecer. Cualidad por la que un elemento, sistema o proceso se mantiene activo en el transcurso del tiempo. Capacidad por la que un elemento resiste, aguanta, permanece...

La granja cunícola sostenible

Toni Roca

conejólogo /2015©

Iniciaremos este artículo definiendo la sostenibilidad como la capacidad de permanecer. Cualidad por la que un elemento, sistema o proceso se mantiene activo en el transcurso del tiempo. Capacidad por la que un elemento resiste, aguanta, permanece.

El objetivo del desarrollo sostenible es definir proyectos viables y reconciliar los aspectos económico, social y ambiental de las actividades humanas; “tres pilares” que deben tenerse en cuenta por parte de las comunidades, tanto empresas como personas.

La sostenibilidad económica se da cuando la actividad que se mueve hacia la sostenibilidad ambiental y social es financieramente posible y rentable. La sostenibilidad social está basada en el mantenimiento de la cohesión social y de su habilidad para trabajar en conseguir objetivos comunes. Y la sostenibilidad ambiental es la compatibilidad entre la actividad considerada y la preservación de la biodiversidad y de los ecosistemas, evitando la degradación de las funciones fuente y sumidero. A partir de estas definiciones, los cunicultores estarán de acuerdo en que sus granjas cumplen con la sostenibilidad.

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En una granja ecológica, pondremos unos cercados metálicos de 2 m de largo por 0,50m de ancho y un metro de altura por coneja y su camada.

Cuando se inicia una explotación cunícola se prevé su financiación y se le atribuye un beneficio. Tiene unos objetivos sociales claros basados en ofertar un producto sano, biológico y dietético. Además, cumple todos los requisitos medioambientales para evitar contaminaciones y evitar impactos al medio ambiente. En la actualidad está de moda producir y etiquetar productos bio, ecológicos y sostenibles. Se supone van a ser más naturales, sin aditivos químicos o medicamentosos y que tendrán un valor añadido en el mercado.

La cunicultura no debería estar al margen de esta moda u oportunidad y son varias las personas e incluso cunicultores que se interesan por esta modalidad de cría como si se tratara de una nueva concepción, panacea, utilidad, etc., y quieren saber cómo debería ser su granja o explotación cunícola.

¿Explotación? Palabra tabú en ecología. La filosofía de una granja ecológica sostenible contiene ciertas bases bucólicas en cuanto al alojamiento y las instalaciones que, parece ser, están reñidas con explotar.

  • Antes de continuar, definamos conceptos:
  • Explotar: sacar utilidad o provecho.
  • Bio: vida
  • Ecología: parte de la biología que estudia las interrelaciones de los seres vivos entre ellos y el medio ambiente.

Estaremos de acuerdo que se explotan conejos tanto en las granjas convencionales como en las granjas ecológicas, ambas sostenibles. El producto actual de nuestras granjas es biológico y no será muy distinto al de las granjas denominadas ecológicas. ¿O sí?

Si aceptamos la definición de ecológico en su estricto sentido, podríamos ofrecer algunas alternativas a la cría actual que, sin duda, repercutirían en la obtención de un producto diferenciado, no tanto en sus cualidades organolépticas como en sus parámetros biométricos, llegando al bioma. Algo que el consumidor no va a apreciar desde el punto de vista gastronómico, pero que estimará como más natural y saludable. Aspecto que el punto de venta ofertará como producto diferenciado pero que difícilmente comprará con valor añadido, y si lo hace, lo repercutirá corregido y aumentado a su venta. Un producto que al cunicultor le será mucho más costoso de obtener, ya que la implantación de la granja requerirá de unas instalaciones especiales sin oferta en el mercado. Obtendrá unas producciones más bajas al no poder explotar animales híbridos y, probablemente, con mayores tasas de mortalidad. Una alimentación diferenciada al requerir productos sin tratamiento fitosanitario, que no sean transgénicos, que no contengan aditivos medicamentosos, etc., suministrando mezclas con ingredientes variados de difícil control de contaminantes y más difícil equilibrio de la dieta.

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Conejo de la raza Gigante Español.

Si una coneja híbrida puede parir más de 9 gazapos gracias a la mejora genética, en la granja ecológica las conejas de raza o cruzadas, sin mejora, tendrán partos no superiores a los 8 gazapos. Una diferencia sustancial que puede llegar a los 10 gazapos por hembra y año. Si a ello le añadimos la ausencia de medicación en los engordes y el incremento de la conversión alimenticia, no es necesario ser ingeniero ni economista para poder determinar que el coste de producción será bastante más elevado en una granja ecológica que en otra convencional.

Pero, ¿no es posible crear una granja ecológica sostenible que, a la vez, sea competitiva respecto a las actuales granjas convencionales? Ahí está el quid de la cuestión. Intentaremos marcar unas directrices que, a pesar de las limitaciones indicadas, la disponibilidad del cunicultor no se vea menguada respecto a una explotación cunícola actual.

En primer lugar, no edificaremos naves. Tan solo unos cubiertos para evitar la lluvia sobre los animales, que aislaremos por su parte exterior con material vegetal que resista bien el agua, con la finalidad de que sea lo más longevo posible. Si en la zona hay vientos fuertes, se adaptará una malla por encima del material vegetal para que éste no se levante y desaparezca. Además se protegerá el recinto con balas de paja, tela arpillera, cañizal o similar. Todo ello en un espacio vallado para prevenir la entrada de animales predadores. No habrá jaulas, sino unos cercados metálicos de dos metros de largo por 0,50 m de ancho y más o menos un metro de altura por coneja y su camada. La mitad del largo estará bajo cubierta y la otra mitad al exterior en una zona soleada. En el frontal interior, puede haber una tolva con rastrillo y un bebedero. Cuando la coneja deba parir, se le introducirá un nidal de madera con material seco y absorbente. Nidal que, en cada parto, se limpiará y desinfectará. El espacio que ocupan los cercados quedará libre en cada ciclo reproductivo y se trasladará al lado contrario del cubierto pasando el motocultor por la tierra que ha estado ocupada para oxigenarla.

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En las granjas españolas normalmente se trabaja con conejos híbridos.

Llegados a este punto, ¿no les parece que hemos retrocedido más de 50 años? Crearemos una granja un tanto bucólica que reducirá algunos costes de instalación y alojamiento, pero encarecerá la mano de obra y muy probable la alimentación, viendo también mermada la producción.

Podemos cuantificar los costes comparando una explotación cunícola actual con una supuesta granja ecológica. Si aceptamos un coste de producción de 3,40 euros para un conejo de 2Kg. de peso vivo en una granja convencional con el siguiente escandallo:

  • Alimento………. 64%
  • Mano de obra… 14%
  • Amortizaciones... 9%
  • Animales……….. 5%
  • Gastos varios…. 8%

En una granja ecológica, con el incremento en la mano de obra y en la alimentación, podemos estimar un coste de producción de alrededor de 3,55 euros por conejo de 2Kg. de peso vivo. Si el mercado lo paga a 3,44, resulta evidente que la granja ecológica no puede considerar la mano de obra ni los gastos financieros para disponer de superávit. Si lo hiciera, no le queda otra que sacrificar en la granja a sus animales y comercializarlos sin intermediarios ofertándolos a un precio un tanto superior.

La cunicultura no debería estar al margen de esta moda de producir productos ecológicos y sostenibles, y muchos cunicultores se interesan por esta modalidad de cría como si se tratara de una nueva concepción

Hecha esta reflexión, volvamos a definir sostenibilidad. Una granja sostenible deberá ser la que se pueda rentabilizar y no afecte al medio ambiente. Si aceptamos esta definición, estarán de acuerdo conmigo que la gran mayoría de explotaciones cunícolas en nuestro país son sostenibles. Podrían serlo más si en lugar de gasoil usaran biocombustibles. Pero lo serían más si, en lugar de inseminación, ¿se practicara la monta natural? Si, en lugar de pienso, ¿alimentáramos los animales con forrajes? Si, en lugar de jaulas metálicas, ¿los mantuviéramos en el suelo? Por lo tanto, dejémonos de etiquetas y sigamos realizando bien nuestro trabajo que, sin lugar a dudas, cumple con los tres conceptos descritos al inicio de esta reflexión. Las explotaciones cunícolas son sostenibles porque sacan utilidad o provecho de sus seres biológicos y les procuran un bienestar que los interrelaciona con el medio ambiente.

La cifra

En una granja el alimento puede suponer el

64% de los costes totales de producción.

Si una coneja híbrida puede parir más de 9 gazapos, la granja ecológica supone una diferencia que puede llegar a los10 gazapos por hembra y año.

En una granja ecológica podemos estimar un coste de producción de unos

3,55 € por conejo que haga unos 2 Kg de peso vivo.

En mi opinión, las granjas cunícolas en España son ecológicas, y otra forma de cría no va a obtener un plus ecológico, sino que va a ofertar unos animales más rústicos pero con dudoso control sanitario y con un costo añadido de difícil retorno.

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Las dimensiones de las jaulas es tema de discusión en la UE, pero su hipotética mayor envergadura no mejorará la sostenibilidad.

Cómo mejorar la sostenibilidad en las granjas cunícolas

Definimos la granja sostenible como la que se puede rentabilizar y no afecta al medio ambiente. Aceptando esta definición, estarán de acuerdo conmigo que la gran mayoría de explotaciones cunícolas en nuestro país son sostenibles. Y lo son por dos motivos principales. El primero porque cualquier cunicultor crea o mantiene su explotación con expectativas de negocio y porque le ofrece una disponibilidad. Digo disponibilidad y no beneficio ya que, en los tiempos que corren, es muy difícil la obtención de un beneficio neto con los bajos precios que se suceden en las lonjas y a los elevados precios de los piensos debidos, sobre todo, a la medicación, como también de la mano de obra. En la estimación de la disponibilidad no se contempla la mano de obra.

En segundo lugar, debido a que para instalar una granja cunícola se requiere toda una serie de requisitos legales que hacen muy difícil alterar el medio ambiente. Los ayuntamientos solicitan un proyecto técnico que cumpla con las disposiciones y normativas locales, autonómicas, estatales e, incluso, algunas directrices europeas. En muchos casos, se pide un estudio de impacto ambiental en el que se asegura no alterar la armonía natural de la zona con las instalaciones. Además se limita el volumen de obra, se contempla su separación de las zonas boscosas, de caminos, de vecindad, etc. Y no hablemos de la gestión de las deyecciones que exige mantener un estercolero cubierto y estanco, además de justificar la aportación de nitrógeno al suelo rural con sus limitaciones en función del cultivo. De no poderse justificar, se exige la contratación de un gestor de residuos homologado para que retire lo orgánico.

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Una granja sostenible no sólo lo es respecto al medio ambiente, sino también aquella que destaca por su eficiencia y rentabilidad.

Podemos seguir comentando los contenedores, uno para los productos utilizados, terapéuticos y no terapéuticos, y otro para los cadáveres. Ambos contratados con empresas homologadas. Las aguas residuales procedentes de la limpieza de los utensilios también deben canalizarse a unos depósitos para su depuración o ser tratados en tanques biodegradables. Vayan sumando la cantidad de requisitos necesarios para iniciar una granja de conejos y en la suma no olviden cuantificar el coste que ello supone. Llegados a este punto, el título de este artículo debería ser: ¿son sostenibles nuestras granjas? La respuesta podría ser: desde el punto de vista de la rentabilidad, difícil. Pero atendiendo al medio ambiente, total.

Hechas estas apreciaciones, vamos a intentar detallar y orientar a los cunicultores sobre de qué manera y con qué medios podrían mejorar la rentabilidad de sus explotaciones partiendo de la situación actual. Por lo tanto, no vale decir que paguen más el kilo de conejo vivo o que baje el precio del pienso. Debemos buscar otros caminos con alternativas justificadas que no representen costes suplementarios y que permitan llegar al objetivo final: rentabilizar nuestra granja. De conseguirlo, cumpliremos con el título.

Propongo dos caminos para mejorar la sostenibilidad en nuestras granjas: uno, limitar las medicaciones al máximo; dos, sacrificar y comercializar la carne de conejo desde la propia granja

Una granja se puede instalar en distintos ambientes: libre, natural o controlado. La elección de uno u otro dependerá, principalmente, de la zona climática. Un ambiente libre solo precisa de una cubierta que proteja a los animales del sol directo y de la lluvia. Puede ser resguardado o protegido en función de vientos dominantes, pero en cualquier caso mantiene una alta aireación. La inversión que requiere es baja, lo que va a suponer una también baja amortización. Un ambiente natural, local con ventanas, se aconseja en zonas climáticas con temperaturas que ronden los 0º C en invierno y no superen los 30º C en verano. La distribución de las aberturas o ventanas y su control diario será definitiva para garantizar un buen confort dentro del conejar. En este tipo de instalación se puede instalar calefacción en invierno y refrigeración en verano. La inversión es media, así como su amortización. El ambiente controlado precisa de un local estanco, bien construido y aislado. Está dotado de sistemas electrónicos para su ventilación lo que encarece su mantenimiento. La inversión y su amortización son altas.

Los tres ambientes serán sostenibles siempre y cuando las respectivas amortizaciones puedan ser atendidas en base a unas producciones viables. El material y el equipo en cada uno de los tres ambientes no tienen por qué ser distintos. En todos los casos se instalan jaulas metálicas galvanizadas que no retienen los excrementos, que son fáciles de limpiar y desinfectar. Permiten la distribución automática de la comida y una recogida mecanizada de las deyecciones. Las dimensiones de las jaulas es tema de discusión en la UE pero su hipotética mayor envergadura no mejorará la sostenibilidad, en cualquier caso la cuestionará al resultar más costosas y difíciles de limpiar. El tema del espacio disponible para cada animal se basa más en un supuesto bienestar (?).

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La ley exige la contratación de un gestor de residuos homologado para que retire las deyecciones.

Si lo que se pretende es la consecución de producciones que aseguren un buen producto bruto en la gestión económica, la opción más aconsejable es explotar conejos híbridos que van a garantizar unas altas prolificidades y unos crecimientos superiores a los 40 gramos diarios. Podríamos discutir si sale a cuenta trabajar con animales híbridos que paren más de 9 gazapos por parto si, a la venta, no vendemos más de 7 gazapos por parto. Lo que sí no discutiremos es el beneficio que supone el crecimiento rápido de los animales híbridos respecto a los de raza o cruzados, que se traduce en mejorar sustancialmente su conversión. Y el pienso es caro. Un pienso cargado de antimicrobianos que lo encarece sustancialmente.

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El ambiente controlado precisa de un local estanco, bien construido y aislado. La inversión y su amortización son altas.

Hechas estas reflexiones, propongo dos caminos para mejorar la sostenibilidad de nuestras granjas. Uno, limitar las medicaciones al máximo. Dos, sacrificar y comercializar la carne de conejo desde la propia granja.

Para reducir la medicación hay que buscar alternativas de manejo. En los números 207 y 208 de esta revista se exponen varias alternativas con ciclos de 35, 42, 49, 56 y 70 días. Entre ellos cubrir, de forma natural o artificial, a las conejas a 25 ó 39 días después del parto, lo que va a suponer que las conejas tendrán menor desgaste y los gazapos más peso y viabilidad. En cuanto a la producción, en igualdad de jaulas, el potencial productivo no se ve mermado, sino todo lo contrario. Otra alternativa se basa en adicionar productos no antibióticos al pienso, amén de establecer racionamientos. Tema de actualidad pero de difícil aplicación.

A principios de 2013, ASEMUCE instó al Ministerio de Agricultura (MAGRAMA) a que promoviera una legislación que autorizara el sacrificio de conejos en la propia granja. Ojalá que esta iniciativa, vigente en Francia e Italia, tuviera el beneplácito de la Administración, ya que el cunicultor podría ofertar producto de proximidad con un margen superior al actual, lo que redundaría en una mejora evidente de la sostenibilidad de su granja. •

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